Creo que en otra vida fui mexicana. Y creo que los mejores tacos de pescado y camarón que he probado, hasta ahora, han sido los del malecón de Ensenada (donde puedes encontrar mariachis del norte con acordeones y olor a mar). Desde entonces el sabor del maíz me ha acompañado -mas bien lo he perseguido en la sección de exóticos del super- hasta que el año pasado aprendí yo misma a amasar, con prensa profesional y harina nixtamalizada, mis deseadas tortillas.
Con su violín y 25.000 pesetas inesperadas en mano por overbooking, esta joven de 25 atravesó el planeta para aterrizar-recién llegada de Suecia, en la península de Baja California: Beca ‘Intercampus’ en mano y el proyecto de estudiar los hongos del desierto. Hongos del desierto??? Increíble pero cierto: el reino fungi ha colonizado casi todos los nichos del planeta, abriéndose paso también entre sahuaros y páramos desérticos. Buscar hongos entre pedruscos y recovecos de la sierra de San Pedro Mártir fue sin duda, la aventura más insospechada, inesperada e intrépida de mi carrera como botánica:)
En poco tiempo viví en dos casas y compartí habitación y aventuras con Alicia Pallas, una gallega de la que no volví a tener noticias. Al principio vivimos en casa de doña Mercedes (familiar de Carlos Santana), que nos daba gelatina y huevos rancheros para desayunar. Y después aquí donde la foto, en casa de doña Claudia: un refugio de madera a 5 minutos de la universidad, con un amplio ventanal que daba al Pacífico y al que nunca cansabas de mirar. Tengo fotos malísimas, pero esta me trae muy buenos recuerdos: tocando el violín y bebiendo ‘una Tecate’ en nuestro salón. En esta época me inscribí a una grupo de teatro, me aficioné al chile, bebía jugos de guayaba y tamarindo, impartí clases de botánica en la universidad, brindé con margaritas con mi tutor Carlos, crucé por primera vez ‘al otro lado’ (me pilló el desplome de las torres gemelas), conocí a los indios kumiai y escuché incesantemente a Dead Can Dance y a Jaramar Soto (su disco ‘lenguas’ me trae dulces recuerdos). Fue una época mágica y realmente inspiradora de mi vida. De todas las personas maravillosas que conocí guardo buena amistad con mi querida y cariñosa Marisol Ybarra, que hoy se dedica profesionalmente al teatro, y con mi compinche Emmanuel, estudiante de ciencias del mar que venía por sorpresa desde su rancho a escuchar lo mal que tocaba y compartir ratos de música, ostras picantes y puestas de sol y luna.
Me declaro una amante total de los platillos mexicanos y probé todos lo que pude -chapulines de Oaxaca incluidos, me enamoré del mole y confieso que volví a España con 5 kg de más!
Años después conocí el DF; Guadalajara, Guanajuato, Veracruz, Vallarta…recorrí varias ciudades, más bien como turista, pero fue una aventura totalmente incomparable.
Pero a Mexico volveré, seguro.