CONFIESO QUE NO LLEGUÉ A ACABÁRMELA, nunca he sido muy devota de fondues, aunque esta estaba exquisita…creo que todas las comidas de Colonia Suiza y Patagonia están pensadas para aplacarte con la barriga llena en estado contemplativo, para que te quedes mirando atontando sus montañas y sus senderos, las maravillas que construyó la naturaleza en este lugar entrañable del mundo.
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Patagonia son miles de caminos y una sobredosis extrema de belleza. Después de Colonia Suiza y subir al cerro López cogí un autobús que me hizo recorrer y soñar, atravesando una tierra que yo sentí pura y recóndita y que me llevó hasta El Bolsón y Lago Puelo, ya casi Chile. La estación de autobús de San Carlos (foto) es simplemente un lugar para imaginar tierras imposibles.
Y creo que a la salida de esta cantina es donde compré el moxeño (flauta de madera) que 10 años después empecé a usar en mi conciertos.
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Pensando en sus paisajes vuelve esa mirada de paz. De ‘El bolsón’ recuerdo sus montañas protectoras, las pizzas deliciosas de sus cantinas y el ambiente hippie patagónico (¿Acaso son las argentinas las mejores pizzas?) Y toda esa ‘buena onda’ simboliza un idealismo: en los 60-70 este pueblo fue refugio alternativo-hippie de paisanos y europeos, que se protegieron entre montañas promoviendo un movimiento alternativo. Hoy quizás el pueblo mas viva de la fama que de un activismo real sus gentes.
Dormí varias noches acampada en en una escuela waldorf inactiva (de las muchas que hay en esta tierra) con chicos cantando ‘stairway to heaven’ en fogata y guitarra, comida vegana y espíritu hippie algo trasnochado.
Las artesanías del mercado de El bolsón me conquistaron, tomé buen ejemplo de algunos músicos que también ofrecían su arte en sus puestos, bien tocando directamente para el público interesado, o compartiendo con auriculares sus canciones para darse a conocer. Ahí mismo compré un CD a una arpista, Ana Nicosia, que acabó siendo rallado de las veces que lo escuché. Me sirvió mucho cuando nació mi primer hijo, era como regresar a ese estado de ensueño de El Bolsón. Y por mucho que la busqué en internet no encontré rastro alguno.
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De mi primer viaje a Argentina me impactó el sentimiento de hermanamiento absoluto, el nivel cultural y la curiosidad de sus gentes y como no, el olor a parrilla en todo el país y esa cultura predominante del asado:
Ver media ternera en el carrito de la compra, y cómo un mismo somier o cualquier superficie metálica es susceptible de convertirse en un dignísimo asadero de carne.
To be continued…Argentina parte II
#viajaresvivir